Como a finales de los 90, reaparecen síntomas de la “neurosis de clase”
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El Laboratorio de Sociología Clínica de la Universidad Nacional de Rosario registró incipientes síntomas derivados del temor a la pérdida de estatus similares a los que comprobó en el proceso que desembocó en la crisis de 2001. Y advirtió sobre el riesgo en ciernes mediante un comunicado.
Un focus group armado por el Laboratorio de Sociología Clínica de la Universidad Nacional de Rosario sorprendió tanto a los investigadores de ese espacio que decidieron, contra su habitual reserva, emitir un comunicado alertando sobre la incipiente aparición de cuadros compatibles con lo que se denomina neurosis de clase: la imposibilidad de procesar, en este caso, la pérdida de estatus social causada por el agravamiento acelerado de la situación económica.
El equipo trabaja desde hace varios años, y aunque aclaran que no es en los mismos niveles extremos, comenzaron ahora a registrar síntomas que observaron a finales de la década del 90, en el inicio de un proceso de degradación social que desembocó en la crisis de 2001.
Las entrevistas fueron realizadas hace 20 días, antes de medidas resonantes como la quita de subsidios al transporte o los anuncios de fuertes aumentos en los servicios públicos que sacudirán hasta el límite el poder adquisitivo de las familias. El trabajo incluyó personas residentes en Rosario y, en menor medida, en la vecina ciudad de Granadero Baigorria.
“Hay un predominio del miedo y la angustia de perder lo que se logró económicamente”, punteó resultados en términos cualitativos el licenciado Julio César Luna, director del Laboratorio.
Actitudes como resistencia a salir de sus casas, angustia por tener que cortar servicios como Netflix, decisiones como las de renunciar al hábito de salir a tomar un café, todo motivado por el temor a incurrir en gastos que no dejen resto para lo esencial, son algunos de los indicios recabados. Y se agrega la culpa, si es que, a pesar de todo, se mantienen algunos de esos símbolos de un estatus social que se pensaba consolidado.
Luna explicó que se trata de una neurosis que, como otras, no reconoce una causa única. Pero las que sobresalen son las que reconocen su origen en el deterioro de la situación socio económica.
Lo que acerca lo observado a la definición de “neurosis de clase” es la inquietud y preocupación que genera la pérdida del status social, sin que eso implique uno de alto nivel: se trata del que le brinda una identidad dentro de la trama social y al que la persona cree pertenecer.
“Nos llamó la atención escuchar a personas mayores que saben que están mal, pero tienen esperanzas en que van a estar mejor, y ante la repregunta no saben responder cómo van a estarlo”, señaló Luna la aparente contradicción observada.
Es que varios de los interpelados son votantes de Milei y aún confían en que el actual presidente encaminará de alguna forma el país hacia una situación menos gravosa que la actual. Un caso es el de un hombre que admitió sentirse contrariado por no poderle comprar la mochila para la escuela a su hijo, pero así y todo se dijo optimista sobre el futuro a corto plazo.
El Laboratorio funciona dentro de la Facultad de Humanidades, pero está en permanente contacto con profesionales de otras latitudes. Integra la Red Internacional de Sociología Clínica, y tras conocerse el resultado del balotaje en el que fue electo el candidato que se define como anarco capitalista, el equipo recibió pedidos de una interpretación por parte de colegas de otras geografías que, en principio, no pudieron responder ante lo disruptivo y singular del fenómeno.
Dos décadas después, ¿el mismo drama?
El equipo de la UNR, junto al Laboratorio de Cambio Social y Político de la Universidad de París VII y la Red Internacional de Sociología Clínica estudió los orígenes del Movimiento en defensa de la Vivienda Única de Rosario que surgió a finales de la década de los 90. Fue una lucha desigual encabezada por quienes tenían su casa a punto de ser rematada por los bancos a raíz de deudas por tarjetas de crédito.
“Algo insólito, absurdo, pero esa lucha, de la cual fui parte, logró finalmente que se suspendieran los remates de vivienda única en la provincia de Santa Fe y llevó a la creación del Registro gratuito de vivienda única”, recordó Luna. Y señaló que hubo otros antecedentes como el movimiento del Barzón en México y Mujeres en Lucha en la provincia de Córdoba, ya en el ámbito rural y por la situación de los pequeños productores agropecuarios.
Si bien hoy no por los remates, la amenaza de quedar en la calle que afrontan numerosas familias está dada por la derogación de la ley de alquileres dispuestas por el mega DNU firmado por Milei. “La realidad social que estamos viviendo hoy es similar a la que se vivió en esa época. Esa misma preocupación se está manifestando en forma incipiente en la actualidad”, advirtió el responsable del Laboratorio de Sociología Clínica de la UNR.
La presunción es válida, y por eso el equipo profundizó utilizando la metodología de focus group. La mayoría de los contactados presentó síntomas de ansiedad, depresión, alteración del sueño, preocupación excesiva, expresión de sufrimiento en forma de ansiedad y malestar emocional, entre otros. Aunque por ahora con menor gravedad, y sin manifestaciones extremas como los ataques de pánico, son “los mismos” que registraron hace más de dos décadas. “Diríamos que es un proceso que está en sus comienzos”, describió Luna.
Ante los resultados, el Laboratorio difundió un comunicado de alerta de un fenómeno en ciernes pero que se reconoce en el analizado durante la previa a la crisis y desborde social de 2001.
“Esta crisis no es solo económica, sino también social, signada por la incertidumbre económica, la caída abrupta del poder adquisitivo del salario, la detención de los procesos de movilidad ascendente, el aumento de la indigencia y la pobreza, sumada a una inflación de precios que hace inalcanzable cualquier bien de consumo, propia de un gobierno que pretende imponer una receta económica que ha fracasado sistemáticamente en la Argentina”, señala el texto.
Y por lo anterior, enciende un alerta dirigido a los actores con poder decisorio. “De no haber una contención acorde a la situación que estamos viviendo, puede potenciar la aparición de síntomas del espectro de la ansiedad o la depresión, alteración del sueño, preocupación excesiva, expresión de sufrimiento en forma de ansiedad o malestar emocional, entre otros”.
Un cruce de disciplinas
La Sociología Clínica es una escuela que construye una mirada para aportar al estudio de los procesos sociales con un mayor foco en sus actores individuales, sin por ello reducir su inscripción en lo colectivo. Toma herramientas conceptuales de la sociología y el psicoanálisis.
El adjetivo “clínica” en ese contexto alude a la escucha atenta de los actores sociales, como lo hacía el médico generalista con sus pacientes, recuperando historias de vida y subjetividades. No obstante, se diferencia de los psicólogos en que el registro de síntomas está destinado a la comprensión de los fenómenos generales, no a una función terapéutica.
Neurosis de clase
Desde el campo de la sociología, el francés Vincent de Gaujelac, nacido en 1946 en Croissy-sur-Seine, dio forma a lo que llamó la “neurosis de clase”. Se trata, en términos del autor, de un concepto impreciso o ambiguo pero que tiene un potencial para interrogar fenómenos que ocurren en la intersección de la neurosis con la posición de clase, particularmente cuando la persona se mueve de clase social, tanto en sentido ascendente como descendente.
De Gaujelac aclaró que el término es ambiguo en el plano teórico, porque tiende a asociar una noción clínica y una sociológica sin vínculo directo: las clases no son neuróticas, las neurosis no dependen de las clases sociales. Sin embargo, explicó, “tiene una resonancia particular en las personas cuyos conflictos psicológicos están ligados a un desclasamiento. En la subjetividad de estas personas existe un estrecho vínculo entre su trayectoria social y las dificultades psíquicas con las que se enfrentan”.
Fuente: El Ciudadano