“No es momento de resignación sino de rebelión moral”. Carta abierta de un ciudadano concordiense, en el día del Maestro

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Un pequeño y humilde pensamiento”, dice el concordiense Carlos Corsini al compartir con El Entre Ríos una carta abierta a la Educación de su autoría, en el marco del día del Maestro.

“No soy docente, solo un humilde Veterano de Guerra”, aclara ante la consulta, aunque sí lo son esposa e hijos.

Efectivamente, habíamos llegado a él en mayo de 2022, al cumplirse 40 años del heroico rescate de un hombre en Monte Kent del que Corsini fue protagonista, tras el derribo de un helicóptero en el perdieron la vida siete combatientes, entre ellos dos entrerrianos.

En su carta de este 11 de septiembre, describe con aspereza el momento por el que atraviesa el sistema educativo argentino. Palabras duras y frases contundentes con las que apela a la reflexión y el cambio de rumbo.

“No es suave la tragedia que atraviesa nuestra educación”, dice entre otras cosas. Para él, este 11 de septiembre es un “día de denuncia”.

“La Argentina hoy se encuentra arrastrada por una pendiente peligrosa, de degradación en todos los niveles de la enseñanza. Nuestro sistema educativo está en ruinas, los cimientos se han quebrado, y sobre esas grietas pretenden levantar el futuro de millones de argentinos”.

“El maestro, que antes era símbolo de autoridad moral y de saber, se encuentra reducido a una sombra. Es inadmisible que la escala social del educador esté en el fondo de la pirámide”.

Asegura que “el nivel de formación docente ha caído. Hoy, los docentes son lanzados a las aulas sin herramientas, sin formación continua, sin el respeto que se merecen” e invocando a Sarmiento y Almafuerte, les pide que “no abandonen la lucha, no se dobleguen ante la miseria moral de quienes pretenden sumir a nuestro país en la ignorancia”.

“Este no es momento de resignación, es el momento de rebelión moral (no proletaria). Les exijo que luchen, no permitan que los arrastren al abismo”.

Carta abierta a la Educación en el día del Maestro

Señoras y señores, compatriotas, educadores:

Hoy, en este Día del Maestro, no vengo a lanzar flores ni a envolver con lazos perfumados una realidad que nos está consumiendo. No, no es el día de las palabras suaves, porque no es suave la tragedia que atraviesa nuestra educación. Es el día de la denuncia, de la reflexión profunda, del grito enérgico, porque lo que está en juego no es solo la enseñanza de nuestros hijos, sino el futuro mismo de nuestra patria.

La Argentina, nación que alguna vez se jactó de su alfabetización, de su educación pública y de la figura del maestro como el faro que guía, hoy se encuentra arrastrada por una pendiente peligrosa, una pendiente de degradación en todos los niveles de la enseñanza. No hay que adornar lo que es evidente: nuestro sistema educativo está en ruinas, los cimientos se han quebrado, y sobre esas grietas pretenden levantar el futuro de millones de argentinos. ¿Qué país podemos construir con la ignorancia como base? Ninguno digno de los ideales que alguna vez guiaron nuestra historia.

Hoy, el maestro, que antes era símbolo de autoridad moral y de saber, se encuentra reducido a una sombra. Las aulas, antaño templos del conocimiento, se han vuelto contenedores de indiferencia y desidia. Y no, no culpo al maestro, ese soldado que día tras día lucha contra el abandono del Estado, contra la falta de recursos, contra los salarios miserables que le otorgan, y que, aun así, sigue de pie, manteniendo en alto la antorcha del conocimiento, aunque apenas le quede una chispa. Pero esa chispa es todo lo que nos queda, y si no actuamos ahora, se apagará para siempre.

Es inadmisible que la escala social del educador esté en el fondo de la pirámide. ¿Cómo puede ser que aquellos encargados de formar las mentes del mañana estén sumidos en la precariedad, en el desprecio de una sociedad que los olvida y de un Estado que los abandona?

El nivel de formación docente ha caído, sí, y eso no es culpa de los individuos, sino de un sistema que no se atreve a invertir en su propio futuro. Hoy, los docentes son lanzados a las aulas sin herramientas, sin formación continua, sin el respeto que se merecen. Se ha degradado el nivel académico en todos los niveles, desde el primario hasta el universitario. Y en lugar de formar a ciudadanos críticos y pensantes, estamos formando masas obedientes, condenadas a la mediocridad.

No, señores, no es exagerado decir que estamos en crisis. No es suficiente lamentarse por las bajas calificaciones en las pruebas internacionales, por los altos índices de deserción escolar. La verdadera tragedia es que hemos permitido que esto suceda. Hemos permitido que se vulnere el derecho más esencial, el derecho a una Educación de Calidad.

Hoy, en este día que debería ser de celebración, lanzó una advertencia a los responsables: la Ignorancia es la peor de las Tiranías Y Esclavitud. Los pueblos ignorantes son fáciles de doblegar, son maleables y dóciles (aunque parezca un cliché). Y quien degrada a sus Maestros, quien les niega la posibilidad de enseñar con dignidad, está cavando la tumba de la Nación misma. Porque sin educación no hay Libertad, y sin Libertad, no hay Patria.

Nosotros, los que aún creemos en la grandeza de Nuestra Tierra, no podemos permitir que sigan manoseando la Educación con excusas y con presupuestos raquíticos. Los educadores deben ser revalorizados, no con migajas ni aplausos vacíos, sino con la dignidad que merece su misión sagrada. Deben ser formados y respetados, porque en sus manos está la llave del progreso o la condena al atraso.

Hoy, invoco el espíritu de Sarmiento, aquel que supo gritar a los sordos que la Educación es el arma más poderosa de un pueblo. Y convoco también a Almafuerte, que no toleraría esta claudicación ante el infortunio. ¡A levantarse, ¡Maestros, con la dignidad que les corresponde! No abandonen la lucha, no se dobleguen ante la miseria moral de quienes pretenden sumir a e Nuestro País en la ignorancia. ¡Reclamen lo que les corresponde, porque en sus reclamos está la Salvación de Nuestra Patria!

Este no es el momento de la resignación, es el momento de la rebelión moral (No proletaria). Porque cuando un Maestro calla, cuando un Educador se rinde, la Nación toda comienza a morir. ¡No habrá un mañana glorioso si permitimos que la oscuridad de la ignorancia nos cubra!

Hoy, en el Día del Maestro, no me contento con desearles felicidad. No. Hoy, les exijo que Luchen, que no permitan que los arrastren al abismo. Porque si ustedes caen, caeremos todos.

¡Viva la Educación Pública, Libre y de Calidad! ¡Vivan los Maestros que, aún en la adversidad, siguen peleando por el futuro de Nuestra Nación!

¡Que no muera jamás la llama del Conocimiento en Nuestra Tierra Bendita!

Fuente: El Entre Rios

 

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