El 25 de mayo de Milei: sin pacto, con repudio al ajuste y pujas internas
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El presidente encabezó un acto frente al Cabildo de Córdoba rodeado de su gabinete y un público en el que se mezclaban militantes y vecinos convocados por la fecha patria. En otro punto de la ciudad hubo protesta y represión. Eliminación de impuestos y nueva invitación al acuerdo, entre las propuestas.
El sueño de Javier Milei de celebrar el 214 aniversario de la Revolución de Mayo durante la firma del pacto refundacional con gobernadores subordinados se convirtió en una pesadilla. Con una ciudad dividida, una represión fallida y un gabinete crispado por sus internas e inminentes cambios, el libertario ofreció un discurso sin sorpresas en el que volvió a implorar la firma del decálogo que anunció frente a la Asamblea Legislativa.
A pesar de mostrarse optimista hasta último momento, diez días antes del evento los principales funcionarios del oficialismo reconocían en off the record que el Pacto de Mayo no sería firmado durante este mes. La imprevista dilatación en las negociaciones con los bloques aliados, que continúan pidiendo modificaciones en los puntos más sensibles de la Ley Bases y paquete fiscal como Ganancias y el RIGI, impidió que el presidente cierre sus primeros cinco meses de gestión con una foto de unidad.
Para evitar reconocer otra derrota en una gestión sin logros políticos, las manos derechas del presidente decidieron mantener en pie el evento y transformarlo en un cabildo abierto que combine con la celebración patria. “Va a ser la firma de un pacto entre Milei y la ciudadanía”, decía días atrás ante Tiempo un colaborador presidencial. Una salida elegante para un acto que se pensó multitudinario y se concretó con unos pocos miles de devotos.
El único gobernador que participó del acto político del presidente fue el anfitrión, Martín Llaryora. El titular de la provincia recibió al libertario en el aeropuerto de la ciudad y mantuvo una escueta reunión en la casa de la gobernación. “Charlas de circunstancias”, resumieron a este medio desde Córdoba. La notable ausencia del resto de los caciques provinciales fue, en tanto, lo que obligó al presidente a dar un vuelco de 180° en su actitud.
Dejando de lado la confrontación contra la casta que lo depositó en el sillón de Rivadavia, el presidente moderó su discurso y volvió a extender la invitación a todo el arco político para firmar su ansiado Pacto que ya no será en Mayo. En este sentido, Milei buscó mostrarse como condensador del fin de la grieta y llamó a dejar de lado “las vendettas personales y los revanchismos mezquinos.”
“No puede haber causa legítima para oponerse a la sagrada tarea de reconstruir nuestra Nación. No hay disputa, ni conflicto, ni enfrentamiento que justifique el abandono de la patria; no hay especulación, ni cálculo, ni admisión que justifique el empobrecimiento de nuestra Nación”, dijo el presidente con un tono solemne.
En otro giro inédito, el mandatario fue poseído por las figuras de los presidentes que lo precedieron. En un arrebato de simbología alfonsinista, el presidente recitó el preámbulo de la Constitución Nacional (una marca del radicalismo recuperador de la democracia) y, más adelante, le propuso “un nuevo sueño” al activo público que lo celebraba eufórico el mismo día que se conmemoraban 21 años de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia y su famoso «Vengo a proponerles un sueño».
En tanto, tal como confirmó días atrás este medio, el presidente dio a conocer que, tras la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal, el ejecutivo nacional conformará el Consejo de Mayo, en el que se conglomerarán un representante del empresariado, los sindicatos, los gobernadores y el poder legislativo nacional. El plan del gobierno es convertir en proyectos de ley cada uno de los puntos económicos que conforman el Pacto e ingresar uno a uno para que sea tratado en el Congreso. Entre los puntos que incluye la lista de acuerdos se encuentra la inviolabilidad de la propiedad privada, un artículo incluido desde la primera versión de la Constitución Nacional en 1853.
La llegada del presidente a la provincia mediterránea sacó a la superficie las antagónicas realidades de un país que se disputa entre la esperanza y la desazón. Mientras en los accesos a la ciudad se concretó una contundente contramarcha en repudio a las políticas económicas del libertario, alrededor del Cabildo cordobés un grupo de fieles se conglomeró para escuchar promesas sobre inminentes bajas de impuestos que la mayoría nunca obtendrá.
Además de las trabas que impuso la propia oposición dialoguista, dentro del gobierno entienden que la dilatación del tratamiento en el Senado tiene al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, como principal responsable. El triángulo de hierro, la analogía que utilizó el propio presidente para definir a la mesa de decisiones en la que sólo se sientan Karina Milei y Santiago Caputo, entiende que el exCorporación América no se involucró lo necesario en las negociaciones con los potenciales aliados, instancia suficiente para poner en marcha su salida, no sin antes exponer su disconformidad en público.
En un sólo día, el presidente ignoró dos veces a su amigo de más de dos décadas. Primero, lo esquivó en su cadena de saludos durante la celebración del Te Deum en la Catedral Metropolitana. Trascartón, Posse no fue nombrado en la locución oficial. Venganza fría o error no forzado.
La actitud presidencial se replicó en La Docta, donde enalteció la gestión de su ministro de Economía, Luis Caputo, uno de los enemigos que cosechó Posse en el Gabinete. El todavía titular del Gabinete, además, fue ubicado en la segunda línea de sillas -y relevancia- en el acto frente al Cabildo.
Delante suyo se acomodó el actual ministro del Interior, Guillermo Francos, quien suena como su principal reemplazante. Para la figura geométrica que rodea el libertario, el exfuncionario del gobierno de Alberto Fernández no sólo cumplió con creces su rol de articulador, sino que cuadra en la nueva impronta de coordinación y vocería que el oficialismo busca otorgarle a la jefatura de Gabinete.
Aunque sin perder su bajo perfil, cerca se ubicó el subsecretario de Gestión Institucional y mano derecha de Karina, Eduardo Menem. ‘Lule’, sería el elegido para asumir el lugar que dejaría libre Francos, a quien el sobrino del expresidente visita a diario en su despacho en la planta baja de la casa de gobierno.
A pesar de todavía no concretarse, la salida de Posse es un hecho y su partida no será en soledad. “Se van con equipo completo”, reconoció un altísimo funcionario a Tiempo sobre el futuro del exCorporación América y sus colaboradores técnicos. Dentro de ese tándem se encuentra el vicejefe, José «Cochi» Rolandi, quien entraría en el paquete de eyectados por la lenta ejecución que tuvo la Ley Bases en el Senado.
¿Ingresa Sturzenegger?
Las remodelaciones en la estructura de funcionarios, en tanto, no terminan allí. El no nombrado asesor presidencial, Federico Sturzenegger, estaría por sumarse formalmente a la gestión en un área técnica que le permita poner en marcha las privatizaciones que se aprobarían con la promulgación de la Ley Bases. Cerca del presidente admiten la creación de una Secretaría de Modernización, con rango ministerial, desde la cual el padre del DNU 70/2023 pasaría sin piedad la motosierra.
“El que decide es Milei”, repiten sobre los tiempos para la ejecución final. Sin embargo, en varios despachos entienden que los cambios se realizarían una vez que el oficialismo logre aprobar la Ley Bases y el paquete fiscal en el Senado. “No sería una decisión inteligente destapar la interna en medio de las negociaciones”, reconoció un habitué del despacho presidencial.