La interna del PRO arde y Bullrich le pone un freno al cogobierno de Macri y Milei
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El vínculo con la ministra pasa por su peor momento. Ella lo desconoce como jefe político. Cerca del magnate admiten que no percibe cómo cambió la política. El rol de los gobernadores.
El presidente Javier Milei regresó esta semana de su viaje por Israel, Italia y el Vaticano y hasta ahora no se reunió con Mauricio Macri. Cerca del magnate aseguraban que el encuentro se iba a concretar apenas el economista pusiera un pie en Buenos Aires. El objetivo es explorar una nueva etapa del pacto que sellaron luego de la primera vuelta presidencial y que derivó en la inclusión de la fórmula presidencial de Juntos por el Cambio (JxC) dentro del Gabinete. No hubo postergación de la cumbre, sólo quedó al desnudo que el fundador del PRO pasa sus días en la Patagonia digitando movimientos y señales que luego no tienen correlato directo dentro del partido amarillo y tampoco en La Libertad Avanza(LLA).
La relación entre Macri y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich no ha cambiado desde que el expresidente quiso explorar un pacto con Milei que permitiera el desembarco del PRO dentro del gobierno. Entre ambos hay más desconfianza y heridas abiertas del pasado que coincidencias sobre la forma de aliarse con la administración que conduce el economista de ultraderecha. La excandidata presidencial había anticipado que Macri no negociaba por ella. Ahora de regreso en la cartera de Seguridad que condujo entre 2015 y 2016, sigue sosteniendo lo mismo y sin perder la presidencia del PRO, que recién será sometida a elecciones el 19 de marzo. Para Bullrich, el respaldo a Milei ya está en marcha, se ha cristalizado a través de su inclusión al Gabinete junto a Luis Petri como ministro de Defensa. Para ella la convivencia con LLA no depende del poder de aprobación o veto que pueda ejecutar Macri. La definición revela que Bullrich lo desconoce como jefe político. Para el magnate es prácticamente una declaración de guerra que no dejará pasar, aunque cada vez tiene menos poder para contrarrestarla.
«No es un problema de tiroteo, sino que al cambio hay que apoyarlo sin especulaciones, así de frente, yo soy más directa, estoy convencida, y voy al frente (…) Esta espuma de que el PRO está alineándose, es más espuma que otra cosa. Capaz que tiene que ver con que el 19 de marzo hay elecciones en el partido», aseguró la ministra que sigue al frente del PRO y recién dejaría el cargo dentro de un mes. Para quienes conocen el vínculo inestable entre ambos, era sólo cuestión de tiempo para que Bullrich saliera a desautorizar al expresidente para limitar el poder que el magnate se arroga.
Macri dice que no está solo y teje respaldos desde su lugar de descanso en Cumelén, Villa La Angostura. El primero lo armó en persona. Llamó a cada uno de los titulares partidarios provinciales para que le pusieran el gancho a un pronunciamiento que respalde su candidatura como presidente del PRO. De los 24 dirigentes, 20 dijeron que sí y le pusieron nombre y apellido a un comunicado que, al menos en los papeles, empoderó provisoriamente a Macri. «Fue un primer operativo clamor, pero en un mal momento. Mientras todos estamos preocupados por la gobernabilidad de Milei, Mauricio esta en Cumelén digitando su futuro, mientras Horacio (Rodriguez Larreta) está totalmente desbibujado y Patricia sumergida en los problemas de la gestión», resumió uno de los dirigentes provinciales que le puso la firma al respaldo que había pedido Macri.
«Lo apoyamos porque llamó a uno por uno para pedírselo. Decidimos postergar el quilombo, patearlo para marzo y firmar. A los alcahuetes de Mauricio los bancamos y los contuvimos, pero les dejamos en claro que si sigue habiendo un porteño al frente del partido, no vamos a dejar que nos intervengan como Bullrich venía haciendo», confió a Tiempo uno de los dirigentes que recibió el llamado de Macri.
Si el magnate queda como presidente del partido que fundó y financió, el pacto con las filiales distritales permitiría que pongan al vicepresidente y conformen el consejo nacional en base a la cantidad de afiliados. Esa posibilidad, si finalmente se concreta, le daría una entidad definida a los armados provinciales y a los tres gobernadores que tiene el partido amarillo: Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Ignacio Torres (Chubut) y Jorge Macri (CABA). Sobre los tres mandatarios reposa el poder territorial que le queda al PRO después de la derrota que dejó a Bullrich afuera del balotaje y del giro que protagonizó ella para transferirle el 80% de los votos que había obtenido en la primera vuelta. En ese tinglado hay dudas sobre el futuro del capítulo metropolitano, porque los intentos para reconducir la crisis de identidad que tiene el PRO podrían tener un freno determinante en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, los dos distritos donde las coincidencias entre el partido amarillo y La Libertad Avanza podrían prosperar con más fuerza. «Los porteños y los bonaerenses podrían ir más allá, incluso con la injerencia de Mauricio, pero eso podría dejarnos como le pasó a la UCeDé con Carlos Menem, es decir, como furgón de cola de Milei y al borde de la desintegración», lamentó otro de los firmantes del tenue respaldo al expresidente.
La recolección de firmas fue el primer intento por instalar las ambiciones de Macri. El segundo sucedió luego de la caída de la Ley Ómnibus. Tras la estrepitosa votación negativa de los primeros seis artículos, hubo nuevas comunicaciones entre Macri y Milei. No transcurrieron en reserva, sino ventiladas con fuerza por el entorno del expresidente, empeñado en instalar la inminencia de un nuevo acuerdo que sólo genera dudas e incertidumbre entre los demás jugadores de la negociación. «Cuando se cayó la votación le agarró la desesperación a Mauricio. Ahí volvió a mostrar que quería apurar a Milei para rearmar el gobierno, pero nosotros sabemos que no es así y que no está cerrado ningun acuerdo. Mauricio necesita hacer una demostración de poder, pero no es la verdad. La realidad es que va pasando el tiempo y no se resuelve, pero Mauricio va gastando balas de credibilidad sin entender desde Cumelén lo que está pasando. Opera como lo hacía antes, pero parece que no registra que la política ha cambiado después de la victoria de Milei», lamentó un macrista de paladar negro que no entierra las posibilidades del magnate de presidir el partido, pero sabe que ese movimiento no implica directamente que tenga el consenso y el respaldo para conducir una «fusión» con LLA.
Los tiempos se aventuran agitados para la hoja de ruta que se trazó Macri. De la primera etapa de negociaciones con Milei quedó en el camino la presidencia de la Cámara de Diputados. Macri quería a Cristian Ritondo pero Karina Milei, al frente de la secretaría General de la Presidencia, impulsó a Martín Menem y evitará que sea desplazado. Junto al ministro del Interior, Guillermo Francos, es parte del dispositivo que prefiere tener adentro a Bullrich y pactar con ella que empoderar a Macri y a quienes le deben lealtad.
«Lo mejor que nos puede pasar es ganar tiempo. El efecto licuadora también nos llega a nosotros y hay que evitar que se mezcle todo porque después no lo podremos separar», confió otro dirigente del partido. Sostiene que «la relación entre Mauricio y Patricia ya esta rota desde el año pasado: él primero le dio aire para que ella le gane a Rodriguez Larreta y la llevó a la locura total. El día que la hizo ganar, la tiró por la ventana y elogió a Milei. Eso no tiene retorno y simboliza la crisis de identidad que tenemos en el partido. Es posible que Mauricio se quede con el partido y que Patricia siga dentro del gobierno conduciendo la relación con el PRO, pero desde el poder de Milei», vaticinó.
Período legislativo
El cronómetro político no sólo depende del pulso interno del partido amarillo. Faltan dos semanas para que Milei inaugure el período de sesiones ordinarias del Congreso y hable nuevamente ante la Asamblea Legislativa. Dijo que esta vez no le dará la espalda a los integrantes de las dos cámaras legislativas y que ofrecerá su discurso protocolar. La pregunta es cómo llegará a ese momento, especialmente por el empeoramiento del conflicto docente. Luego de su gira por el exterior redobló los conflictos con los gobernadores, ratificó la anulación del Fondo Nacional de Incentivo Docente y frenó la paritaria del sector que había habilitado su subalterno Carlos Torrendel. No hay buenas perspectivas para el comienzo de clases y esa preocupación también atraviesa a gobernadores macristas y radicales. A esa tensión se sumó la pelea por la quita del Fondo Compensador del Transporte Público y un posible aumento del boleto en todas las provincias, incluso en aquellas donde Milei ganó por arriba del 60% de los votos. Son sólo dos de los frentes de conflicto que tiene el presidente mientras transita el tercer mes de su gestión. El tranco no sólo se acorta por los tironeos federales, sino por las encuestas que reflejan un creciente malhumor debido al impacto de las medidas económicas. La fatiga de los materiales por la vertiginosidad del ajuste comenzó a hacerse palpable, tanto como la alta imagen negativa que Macri nunca perdió en estos años, ni siquiera cuando pactó con Milei.
El presidente firmará esta semana una serie de decretos de necesidad y urgencia. Buscará aplicar por esa vía algunas medidas que se cayeron junto a la Ley Ómnibus. El lunes viajará a Corrientes para recibir un premio de una fundación ultraliberal y luego regresará a Buenos Aires. Antes de que finalice la semana tiene previsto recibir al secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, que visitará Brasil y Argentina. Luego partirá rumbo a Washington, Estados Unidos, para participar de la influyente Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), donde el expresidente Donald Trump será uno de los principales oradores. El líder republicano posiblemente mencione a su amigo Macri y vuelva a alimentar las ambiciones del magnate argentino, cuyo entorno sigue sobrevendiéndolo como la llave que le permitirá a Milei cumplir sus cuatro años de gobierno sin sobresaltos. Sin embargo, la puerta de entrada del PRO al Gobierno, por mal que le pese a Mauricio, la sigue controlando Bullrich. La ministra se transformó, al menos por ahora, en una «keykeeper» de los Milei. Así le dicen los norteamericanos al que posee las llaves de acceso al poder y la caraterización le cae pésimo al expresidente.