Néstor Loggio un liberal de izquierda que se autopercibe peronista

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 “Yo tenía un perro que se llamaba León, y yo lo llamaba… León, León, y León venia, pero yo sabía que no era un león, era un perro, lo mismo pasa con algunos que se llaman peronistas y yo los llamo y vienen, pero yo sé que no son peronistas”. Juan Domingo Perón.

La histórica frase de Perón, es como un traje a medida para el ex diputado Néstor Loggio. Militante de izquierda en sus inicios, vestido con camisa de Grafa, Néstor tuvo sus primeros pasos como militante de claustro en la UNER. Allí conoció a un Gustavo Bordet, que por aquellos tiempos de la década del 80 era un pibe que tenía pertenencia en la JUP (Juventud Universitaria Peronista).

Desde esa época, marcada por la vuelta de la democracia en la Argentina, Loggio se erigía como en una especie de “Che Guevara” concordiense, con una pronunciada barba, pero sin tener conocimiento de cómo se carga un fusil. Su militancia en la facultad y las trasnochadas en algún que otro café o bodegón, le hacían hablar de revoluciones inconclusas y expropiación de bienes. Para sintetizar, Loggio era un inofensivo diletante de izquierda, parte indispensable del sistema demoliberal burgués capitalista, con una importante cuota de soberbia intelectual.

El tiempo fue transcurriendo y Néstor, hoy alter ego de su amigo Gustavo Bordet y una especie de vocero del ex gobernador, fue sufriendo una metamorfosis inversa a la de la oruga. De mariposa, se transformó en un gusano que come de los alfalfales del Estado. Lejos están su barba y revolución marxista. Su costumbre de señalar a los peronistas como elementos que obstruyeron la verdadera revolución de izquierda en la Argentina.

Su transformación y giro hacia lo que Loggio denominaba “la derecha” fue a partir de los cargos que comenzó a disfrutar en la década del 2000, sin antes pasar por la Alianza de De la Rúa. Ese nefasto gobierno que asesinó al menos una treintena de argentinos en la calle allá por el 2001. Hasta que un día fue convocado por el peronismo durante los inicios del kirchnerismo, en donde mojó también su amigo Nelio Calza.

En síntesis, Loggio le debe a Busti, a Urribarri y Bordet, todos los cargos que ostentó a la fecha. Desde Secretario de la Producción, aunque le tenga poco afecto al trabajo, Director de Comercio Exterior, en donde no hubo busto en donde no se sacó foto en su recorrida por el mundo durante 4 años con la plata de los entrerrianos, hasta una diputación provincial que nunca la hubiese tenido si no fuera por el dedo de su amigo Gustavo Bordet.

“Yo tenía un perro que se autopercibía peronista. Lo llamaba Pocho, Pocho (seudónimo de Perón), pero no era Pocho, era Néstor Loggio, el caniche blanco de Bordet”.

 

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