La caracterización del peronismo como un movimiento nacional, hace pensar que su comprensión y análisis es fácil para aquellos que desde su profesión y ajenos al peronismo, como periodistas, analistas o simples comentaristas, tratan de descifrar la madeja laberíntica. Pero no lo es así. El peronismo es un entramado tan o más complejo que la realidad misma. Por eso, “no hay nada más cercano a la realidad que un peronista, analizando a sus mismos pares”, decía Dardo Cabo, militante peronista y director de la revista “El Descamisado”.
Hoy asistimos a leer o escuchar, en radios o en medios escritos, a una camada de periodistas que tratan de “crear artificialmente” una realidad dentro del peronismo vaya a saber con qué intereses inconfesables. “Que Urribarri lanza mensajes en clave interna”. “Que Urribarri se reunió sin dirigentes”. “Que se mide con otros”. Y por el otro lado “El poder de fuego de los intendentes del PJ entrerriano”. “Que Rosario Romero, Lauritto, que Mitchel y la mar en coche”.
Pero lo cierto de todo es que el ex gobernador Sergio Urribarri es un fenómeno desafiante para todo analista político o experto en las ciencias sociales. No nos detendremos a describir sus causas en la justicia y su primera condena que el dirigente continúa apelando. Pero sí tener en cuenta que, pese a los ríos de tinta escritos sobre Urribarri, el tipo continúa incólume en su relación directa con aquel militante de a pie, referente social, dirigente gremial y muchos otros agravados y expulsados del sistema laboral y social. La manera de construcción política fue siempre así. En forma directa y llana. Se le puede enrostrar a Urribarri que ha hecho un culto de su persona, centralizado en su imagen, aunque se golpee el pecho que carece de egocentricidad. De hecho, así lo fue en lo que él denominó “Mateada” con la militancia.
Para despejar dudas, este diario nunca fue palmeador de espaldas de ningún dirigente de turno. Lo que sí tratamos es con personas de carne y hueso que son solo emergentes de la sociedad en cuales conviven. Con virtudes y defectos. Con errores y aciertos. Con sus luces y sus sombras.
Hoy nos gobierna un desquiciado, un gobierno de ocupación, equiparable con la Revolución Libertadora del 55, pero a la enésima expresión. Mientras las verdades se fueron de paseo y el espanto decide que millones de argentinos queden en la marginalidad total. La provincia de Entre Ríos no escapa a la dura realidad. Un porteño logró lo que ningún porteño se hubiese atrevido, que es invadir una de las provincias que enfrentó en otros tiempos al centralismo de Buenos Aires. Pero lo pudo lograr gracias a algunos traidores a la entrerrianía que le abrieron las puertas subrepticiamente.
En este contexto adverso al peronismo, algunos dirigentes defeccionaron y se pasaron al bando de ocupación.
En este contexto tenemos como decimos, los tránsfugas por un lado y a los traidores por el otro. Traidores que continúan con el manejo de un Partido Justicialista, con la complicidad de intendentes que continúan agachando la cabeza frente al “gorilismo” provincial y nacional. Ordenando para adentro con dirigentes como Rosario Romero, Eduardo Lauritto o Gustavo Bordet. Urribarri ve esto. Ve un vacío y es natural que lo trate de ocupar. Pero con la militancia. De eso se trata la política.
Si uno toma algunas de la frases vertidas por el ex gobernador en el encuentro del sábado en donde plantea, “No sólo la militancia tiene que reconstruir el peronismo, sino que también es la misma militancia la que espera que los dirigentes la inviten y la hagan parte de algo”. El dirigente en este caso, habla de que la militancia ocupe la escena, que sea el sujeto político de una reconstrucción del peronismo. No habla de él, ni que rol desempeñará. Y continuó, ”Hoy nace en este encuentro un ámbito para que los jóvenes y los no tan jóvenes sean partícipes y protagonistas, de un proceso de formación y de actualización. Y este ámbito debe estar conformado por una organización transversal donde no haya jefes, sino que lo que sobresalga es la militancia”, esbozó.
El tiempo dirá qué lugar le asignará esa militancia a Urribarri. Lo importante en esta etapa es que, Urribarri pegó el primer golpe y eso, tanto en el boxeo, como en la política o la pelea callejera, es de vital importancia. “Hoy por hoy, ningún dirigente concordiense se animó a convocar a los compañeros. Nosotros estábamos necesitados del fervor peronista, de escuchar los bombos y cantar la marchita”, dijo un viejo dirigente al finalizar el encuentro en el Club San Martín de Villa Zorraquín este sábado.